El pectus excavatum no solo tiene efectos físicos, sino que también puede impactar significativamente la salud mental de quienes lo padecen. La preocupación por la apariencia física es una de las principales causas de inseguridad entre quienes tienen esta condición. Esto puede afectar la autoestima, especialmente en la adolescencia, cuando la apariencia juega un papel crucial en la forma en que nos percibimos a nosotros mismos.
Es fundamental reconocer el impacto emocional de tener pectus excavatum. La ansiedad y la depresión son comunes, y las personas pueden sentir que su condición los hace «diferentes». Sin embargo, es importante recordar que existen opciones de tratamiento que pueden mejorar tanto la salud física como emocional. La corrección de la deformidad puede ayudar a mejorar la confianza en uno mismo, y alienta a las personas a buscar apoyo y orientación para manejar las emociones relacionadas con la condición.